martes, 4 de agosto de 2020

RESEÑA DE LA ANTOLOGÍA DE MARÍA TERESA ESPASA "CON HILOS DE SEDA"

CON HILOS DE SEDA

MARÍA TERESA ESPASA

HISPANO-CHILENA EDICIONES, 2019




 

   Esta antología que hoy nos ocupa de María Teresa Espasa está conformada por 40 poemas de amor.

 

   La destreza con la que Espasa abordará este tema no nos dejará indiferentes. Poemas escritos desde el recuerdo y para el recuerdo acerca de historias vividas o imaginadas en las que no faltará ni el amor ni el deseo ni la pasión ni tampoco la añoranza o el desamor y en los que el paisaje desempeñará un papel importante junto a la escritura que nunca puede faltar.

 

   La antología está dividida en seis apartados que abre un verso o aforismo que resultará siempre premonitorio. En cuanto a la portada y las ilustraciones interiores, una por cada bloque, han corrido a cargo del pintor valenciano José Lapasió.

 

   El libro consta, además, de una introducción escrita por la propia autora en la que reconocerá que el haber seleccionado los mejores poemas de amor que ha escrito a lo largo de toda su vida ha sido una tarea laboriosa, pero a la vez muy gratificante.

 

   Por otra parte, en la misma introducción, tampoco se olvidará Espasa de recordarnos que el amor siempre ha sido una constante en su prosa y en su poesía. Y no se olvidará tampoco de agradecer a José Lapasió su colaboración en dicha antología y a su amiga Amely Duvauchelle el hecho de haberla ayudado tanto en la preparación como en la edición de esta obra.

 

   A continuación, destaco de cada parte de la antología unos pocos versos que nos demostrarán el gran talento de María Teresa Espasa, una escritora que no en vano se ha alzado con premios tan prestigiosos como, por ejemplo, el Premio Vicente Gaos, en el año 2015, con su poemario EN ALGUNA PARTE ES OTOÑO (HIPERIÓN, 2016).

 

DE PLAYA

 

Abajo…

mujer y mar

tiemblan

al borde de la playa.

 

Pero esta noche

la única revolución que quiero

es hacer el amor.

 

RENACER

 

No eran fáciles los días en mi mundo

cargado de heridas,

temor

y nubes grises.

 

No hubo fin ni principio

sólo una cálida noche de verano

protegiendo al amor.

 

AL ANOCHECER

 

Amanecer contigo,

junto al mar que inunda

nuestros cuerpos

quebradizos. Sin nada que hacer

sólo amarte a cualquier hora.

 

AMOR

 

Aun así, prefiero tus besos

cuando saben a derrota,

a deseos contenidos,

a palabras que subrayan

la palabra doliente del poeta.

 

AMOR ENTRE VISILLOS

 

Una lluvia menuda

se apodera de las calles,

de los barrios,

las farolas y la vida,

casi todo.

 

VOLAR ENTRE LAS NUBES

 

No sé si después de los días transcurridos

quedará algo más que una profunda herida

y una caricia errante.

 

REGRESO DE KALÉB

 

Regresas Kaléb…

y las noches asoman indefensas frente al mar,

frente al amor….

Siempre lo supiste Kaléb,

nunca ambicioné grandes batallas,

sólo quise sobrevivir entre tus brazos.

 

   Versos todos ellos de gran calado, que son un canto al amor y a la vida. Poemas que nos seducirán con su fuerza y su belleza. En definitiva, una fantástica recopilación de los mejores poemas de amor de esta autora, capaces de emocionarnos hasta la médula.


CUENTO INFANTIL "LA SEÑORITA CALCETINES" POR ISABEL ALAMAR

CUENTO INFANTIL

"LA SEÑORITA CALCETINES"

 POR   ISABEL ALAMAR



       Aquel verano toda la familia, papá Mario, mamá Rosa, los gemelos de diez años, Fran y Dani, y su gato León, llamado así porque era de un pelaje anaranjado y abundante sobre todo en la parte del cuello, fueron a pasar sus vacaciones a un precioso chalé de Alzira.

 
    Mientras los padres estaban descargando las maletas del coche, los gemelos aprovecharon para adentrarse, veloces como el viento, en la casa deseando ver cómo eran sus habitaciones.
 
    Entonces uno de ellos, Fran, dijo: 
 
  — Hay un gato debajo de mi cama. 
  — Claro —le contestó su madre-. Nuestro gato León o es que te has olvidado de que ha venido con nosotros. 
  — No, no -negó rotundamente Fran con la cabeza-, no es León, y ahora que me fijo no es un gato, sino una gata, y es negra como la noche.
 
     Los padres corrieron a la habitación, mamá Rosa se arrodilló para ver bien lo que había debajo de la cama y, efectivamente, para su sorpresa, allí había una gata negra que parecía una pantera en miniatura, pero con las cuatro patitas de color blanco, lo cual les hizo mucha gracia a todos y, por eso, papá Mario propuso: 
 
  — Un buen nombre para esta gata sería, por ejemplo, Señorita Calcetines.
 
    En principio, creían que provendría de algún chalé vecino y decidieron sacarla a la calle, muy amablemente, por la puerta, pero ella, muy decidida, entró de nuevo por la ventana. Entonces decidieron empujarla, suavemente, pero con firmeza hacia al exterior, por la ventana, pero entonces ella, con pasitos muy presurosos y decididos, se coló por la puerta, así que al final la dieron por imposible y la dejaron estar.
 
     Durante los días siguientes, Señorita Calcetines parecía congeniar superbién con León y también con los demás miembros de la familia. De hecho, a menudo los dos gatos bebían o comían del mismo cuenco y hasta dormían juntos y entrelazados compartiendo sin problemas el mismo camastro.
 
      Y, por el día, ambos gatos acostumbraban a hacer travesuras de las suyas, como realizar excursiones a chalés vecinos o encaramarse a los balcones y tejados de la casa para otear bien el horizonte o tomar panza arriba el sol, también jugaban a perseguir mariposas, escarabajos, ratones… a trepar por los árboles, o escarbar en la tierra después de hacer sus necesidades o simplemente porque habían escondido o buscado algo.
 
      Bien llegada la noche, Señorita Calcetines solía deslizarse entre las piernas de todos los miembros de la familia demandado mimos y ronroneando la mar de fuerte cuando los conseguía. Fran y Dani estaban locos con ella. Y a sus papás les hacía mucha gracia todo aquello.
 
      Todos los días, los gemelos jugaban con los dos gatos al escondite o al pilla-pilla. Otras veces, les fabricaban juguetes con cuerdas, ovillos o lo que encontraban por el garaje. Además, por supuesto, se preocupaban de que nunca les faltara ni comida ni bebida ni siquiera chuches.
 
      De este modo, fueron pasando los días con sus noches hasta que llegó el día de la partida. Era ya a principios de septiembre y había que regresar al hogar. Las vacaciones habían acabado.
 
      Así que comenzaron a cargar de nuevo el coche. De vuelta a su hogar, fueron comentando lo bien que se lo habían pasado aquel verano y lo que echarían de menos a Señorita Calcetines por lo divertida que era. De tan tristes que se pusieron recordándola tanto a Fran como a Dani casi se les escapa alguna lágrima. 
 
      Pero, justo en ese momento Dani dijo: 
 
  — Creo que he oído algo atrás. 
 
        Fran intervino inmediatamente también para confirmarlo: 
 
  — Yo también creo que he escuchado algo —confirmó. 
  — Parece un maullido —corroboró Rosa, la madre.
  — Y parece que viene del maletero —añadió papá Mario.
 
      En ese momento, papá Mario paró el coche para repostar en una gasolinera. Y los dos gemelos corrieron a la parte trasera del coche. Papá Mario abrió enseguida el maletero y, para sorpresa de todos, allí entre dos maletas, estaba recostada la Señorita Calcetines. Por lo visto se había subido en algún momento de descuido al coche.
 
        Fran preguntó en seguida a sus padres: 
 
  — ¿Podemos quedárnosla?
 
     Dani le secundó en el intento: 
 
  — Sí, porfa, está claro que quiere venirse con nosotros. Nosotros podemos ser su familia —dijeron a la vez—, adoptémosla, adoptémosla —insistieron.
 
      Mamá Rosa y papá Mario, a los que también les encantaban los animales, después de mirarse a los ojos, asintieron con una sonrisa. Y se abrazaron todos a una dando saltos. Estaba claro que aquel verano había sido diferente y muy especial.
 
       Señorita Calcetines pasó a la parte delantera y dirigiéndose a León dijo: 
 
  — Miau —y frotó su cabeza contra el transportín de León que devolvió a su vez otro sentido “miau”. 
 
          Y miau, miau este cuento gatuno se ha acabado.

De mi poemario BIOGRAFÍA DE OLAS (OLÉ LIBROS, 2023).

  III Me mido en olas. Poseo tantas y tan bravas que me declaro rocosa y abrupta playa de incediaria arena. Y de las horas de más luz extrai...